“Errare humanum est”. Errar es humano. No tan conocida es la segunda parte del dicho: “sed perseverare diabolicum”. Perseverar, diabólico. Ya que a estas alturas de la vida la creencia en el diablo no tiene demasiado predicamento, podemos echar mano de otra reflexión que se ajusta como un guante a esa tendencia bípeda a insistir una y otra veces en errores de los que nos suponíamos escarmentados: el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
Euskal herria aipatzerakoan, euskal kultura datorkigu burura. Herri honen nortasuna; Pirinio mendebaldean, bi Estaturen artean, neolitiko garaitik hartu duen kokapen geografikoa; eta bere ezaugarri esanguratsuenak: hizkuntza, euskara, euskal kirolak, edo sukaldaritza. Ezaugarri hauek guztiak topikoak diruditen arren, guztiek osatzen dute hain berezko dugun talde nortasuna.
Cuando hablamos del pueblo vasco de inmediato nos viene a la memoria su cultura y presencia, esa personalidad que se ha trasmitido desde el Neolítico, que ocupa un espacio geográfico entre dos Estados, en el extremo occidental de Pirineos, y que se reconoce a simple vista por expresiones tan señaladas, sólo por citar algunas, como su idioma, el euskera, su deporte de la pelota vasca, o la fama de su cocina. Todo ello tiene bastante de lugar común, de tópico, pero no deja de ser una muestra evidente de una personalidad colectiva, muy notable y acusada.
Gure hedabideetan hainbeste orrialde betetzen dituen Alardeaz (tradizionalaz, mistoaz…), edozer gauza esan daiteke. Ikusi besterik ez dago. Sinestunen alde bazaude eta xuxentasun politikoarekin bat bazatoz, edozein burutazio argitaratuko eta txalotuko dizute. Duela gutxi, tradizioaren aldekoak eta hainbat arrazoirengatik harekin kritiko agertzen zirenak ezker-eskuin (literalki) egurtzen zituen hausnarketa bat aurkitu dugu. Arrazoia banderatzat hartuta, noski.
Tierra de paradojas. Inconscientemente vinculamos la idea del saqueo de una población a una horda enemiga llegada de fuera. El bárbaro que vino de las estepas, el pirata de los mares, el vikingo o cualquier otra figura literaria. Y sin embargo en nuestro país tenemos a los saqueadores dentro, como caballo de Troya. En casa, como quien dice. En nómina. No sólo viven en la misma ciudad, sino que cobran de las arcas públicas. Ello no les impide que actúen como una partida de hunos desatados: mangantes, destructores, demoledores, manilargos, aulladores, violentos, amenazantes… Quizás lo único que se han dejado en la manga es lo de ser incendiarios; pero no voy a sugerir ideas, no sea que las tomen en serio.
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