Estamos en el meollo de la polémica. Durante estos últimos años hemos asistido a un agrio debate sobre la naturaleza de la unión de Navarra y España. Que si fue voluntaria, nominalmente entre iguales…, o sencillamente una guerra de conquista. Tropa, violencia, imperio, rapiña. Nos han vendido desde que se trató de un mero cambio de dinastía, como si la cosa no fuera con nosotros, gentes de a pie, hasta que fue el aleteo de las alas de una mariposa en el tablero internacional de la época.
Hemos celebrado congresos, sufrido debates televisivos, propagandísticos, colgado pancartas, izado banderas, pagado presupuestos sospechosos de fastos innombrables, discursos, eventos… Y hete aquí que la historia, el simple recuento de sucedidos, nos ofrece un destello, una visión real de lo ocurrido en una de sus mejores escenas, reveladora.
El 11 de junio de 1515, es decir, este mismo mes hace cinco siglos, se cerró formalmente la cuestión jurídica de este episodio, al menos desde la perspectiva de los intereses de sus protagonistas castellanos. En la ciudad de Burgos –no en Navarra-, las Cortes de Castilla –no las navarras- decidieron que nuestra patria era suya porque se la había entregado el papa de Roma. Sic. Literal. Lo dijo el duque de Alba, por encargo de su rey. En una ceremonia de gala. Ex professo para cerrar la cuestión de la legitimidad de una realidad de facto, que era la de la guerra. Hace medio milenio se zanjó esta discusión sin apelaciones, por la razón del ordeno y mando, de la autoridad competente que ha llegado hasta nuestros días. Y esa institución oficial, ajena, en tierra hostil, lo decidió sin ninguna voz, ni presencia, ni delegación, ni representación navarra.
Quien no lo quiera entender, que no lo haga. Pero no hay mejor evidencia de la ilegitimidad e ilegalidad de la ocupación sobre el Estado independiente de Navarra que esta decisión de las Cortes de Burgos. Tiene su trascendencia, porque aquella decisión imperial torció nuestra suerte en el mundo, nuestra historia, hasta el presente, y nos enredó en una maquinaria de corrupción, dominación y barbarie (desde la conquista de América, hasta las calamidades del 36, el franquismo y la Barcina) que llega, sin solución de continuidad, hasta nuestras vidas.
En estos tiempos de ilusión, cuando contemplamos los esfuerzos de este país por dotarse de nuevas formas de convivencia, por retomar las riendas del futuro, y cambiar una trayectoria cargada de autoritarismo y desprecio a la ciudadanía, hemos de recordar que Navarra no decidió en Burgos su desaparición, que la voluntad del país no estaba en las Cortes de Castilla.
Si volvemos al presente, la semana de Noain se dispone como otros años a revivir la memoria histórica de estos acontecimientos. Del 22 al 26 de junio se hará un ciclo de charlas en el Palacio Condestable de Pamplona con ponentes como Xabier Irujo (Gernika 1937-genocidio cultural), Paula Kasares (Iruñeko euskaldunak, lehengoak eta oraingoak) o Pello Iraizoz (Pamplona, el saqueo de la memoria). El 27 de junio tendrá lugar la marcha de Noain, que partirá de Salinas de Galar a las 9.30 de la mañana. Esta marcha se organiza para recordar el aniversario de aquella otra batalla de la guerra de Navarra, capítulo, como el de las Cortes de Burgos, otro hito de la misma guerra. El bertsolari Fredi Paia hará de pregonero este año, dando colofón a la marcha, que terminará en la plaza de los Burgos sobre la 13.30, acompañado de un acto de dantzas a cargo de los grupos Ortzadar e Iruña taldea. Con esta marcha se pretende rehacer la conciencia crítica de lo sucedido, base imprescindible de una conciencia colectiva, una mirada despierta sobre el presente, y la recuperación de una autoestima castigada por tantos siglos de dominación y aculturación.
Uno de los elementos centrales de cualquier nación en el mundo, y sobre sí misma, es el relato. El nuestro, el relato de nuestro pueblo y sus vicisitudes, se ha transcrito demasiadas veces con líneas torcidas, con mentiras atravesadas, con una historia que la han urdido quienes nos gobiernan. Es importante que conozcamos y valoremos estas claves que explican cómo ocurrieron las cosas, y que se construyeron, como en Burgos, contra nuestra voluntad, contra nuestra gente. Que Navarra no decidió que la conquistaran ni la hicieran España.
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