Discriminatorio. Un nuevo capítulo de la política colonial que actúa en esta tierra se ha escrito en formato judicial. La reciente sentencia del TSJ del País Vasco en torno al requisito del conocimiento de euskera para acceder a la plaza de Policía Municipal de Irún afirma que tal condición es ‘discriminatoria’. Bueno; que el nacionalista español que lo ha dictado sea juez también nos discrimina a los que no podemos serlo, y no hacemos de ello un veredicto de condena.
Cuánto cinismo. Cuánta arrogancia. Las sentencias de siglos contra la lingua navarrorun, la imposición de la compañera del imperio, castigos, persecuciones, prohibiciones…, quedan absueltas en ese dictamen. Amnistiadas. Beneficiadas de la ley del olvido. Una lengua marginada como la vasca, silenciada, prohibida por épocas, sin currículo oficial en la enseñanza, ‘discrimina’ a un idioma que se jacta de ser utilizado por 400 millones de hablantes. Sonaría a broma, si no encubriera tanta violencia.
Tal como el tribunal plantea el tema, estamos ante la defensa de los derechos de los castellanohablantes, monolingües, que no deben ser discriminados. En cambio, aunque la polémica se refiere a un empleo en la Administración, un puesto de trabajo público, no se tiene en cuenta el derecho de la población a ser atendida en su idioma. ¡Qué nivel el del juez! ¡Trabajar en la Administración no es un derecho; es un servicio público! Y como tal debe atenerse a sus obligaciones. Pero está claro que la Administración en cuestión no está para cubrir las necesidades de la población vasco-navarra.
Dicho de modo más crudo y coloquial, sin tapujos, cuando el policía que vigila tu calle (que multa, detiene, ordena, golpea…) no habla tu idioma, es un policía colonial. Fuerza de ocupación. Lo pintes como lo pintes. Como el juez: colonial. Con esta gente, en justicia, podemos imaginar lo que nos espera.
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