En la teoría de grafos funciona el famoso “teorema de los cuatro colores”. Existe también la “conjetura de los tres colores”. En ambos casos se trata de dilucidar cuántos tonos, como mínimo, son necesarios para colorear cualquier mapa de manera que todas las zonas contiguas (pero no que coincidan en un solo punto) tengan un color diferente. El teorema lo es porque ha sido demostrado. En cambio la conjetura espera ser refutada. Este teorema tuvo su origen precisamente en los mapas geográficos.